Opinión

La excusa de Hásel

En los últimos días se están sucediendo por toda España episodios violentos protagonizados por jóvenes, en muchos casos menores de edad, que aprovechan cualquier circunstancia para destrozar mobiliario urbano, romper cajeros y escaparates, quemar contenedores, saquear comercios y acometer contra la policía. El motivo es lo de menos. Muchos de estos manifestantes desconocen la razón por la que la turba sale a la calle a sembrar el pánico. Sin embargo, no dudan en unirse a ella, identificándose con cualquier movimiento. Hacer volar una silla de una terraza, una señal de tráfico, un adoquín o un petardo contra los agentes policiales o las instituciones les llena de orgullo y colma su ego. Estos terroristas callejeros son el cáncer de cualquier reivindicación lícita y de la sociedad en su conjunto. Con su violencia desvirtúan el derecho a la manifestación y generan una inseguridad objetiva y subjetiva allí por donde arrasan. 

Comportamientos que deben repelerse con contundencia y los primeros en frenarlos deben ser los representantes públicos. Alentar y jalear desde un sector del Gobierno a coléricos enfermizos es un problema que no solo afecta a quien sufre la ira de los desalmados, sino que atañe también al resto de la población. Es un problema que tarde o temprano pagaremos todos y que sufrirán nuestros hijos, tanto si la violencia les pilla en medio como si los sitúa de uno u otro lado de la contienda.

En cada uno de nosotros radica la responsabilidad de dar la espalda a este tipo de comportamientos, de señalar a aquellos que salen de casa con disposición de atentar contra lo público y lo privado, de reprochar, de señalar, de denunciar a los que dañan el patrimonio y atentan contra la autoridad, a aquellos que rompen el bienestar social y fracturan todavía más una sociedad, ya de por sí, polarizada y en la que la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad es vital. Profesionales que precisan el respaldo jurídico y legislativo necesario para poder desempeñar con plenas garantías su función en un marco social complejo e incierto.

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