Opinión

Me gusta la fruta

El país se ha instalado en un preocupante clima de conflictividad social, de polaridad persistente y de una absoluta falta de respeto por las opiniones diferentes. 

Los acuerdos de investidura, con la ley de amnistía en el horizonte, han incendiado las calles. La movilización, entendida como mecanismo de expresión comunitario, está sacando de su zona de confort a miles de ciudadanos. El llamamiento de los dirigentes políticos a participar en las protestas es fundamental para que se produzca un amplio seguimiento de las concentraciones. Personas que cuentan con un número muy importante de seguidores en las redes sociales y a quienes persigue el foco mediático tienen la responsabilidad de dar ejemplo de comportamiento, en el fondo y en las formas. No se trata solo de expresar que las manifestaciones se desarrollen pacíficamente. Hay que predicar con el ejemplo. Algo que no están haciendo ciertos líderes, mediáticos, de los principales partidos políticos. Algunas expresiones, como calificar de HdP al presidente, ponerse del lado de los violentos en las manifestaciones de Ferraz, desobedecer las indicaciones de los policías en el ejercicio de sus funciones, afirmar que la UIP ha actuado de forma desproporcionada con motivo de los incidentes provocados por los terroristas urbanos, abandonar el Congreso tras una intervención sin escuchar la réplica, reírse a carcajadas de la intervención del líder de la oposición o cuestionar la labor de los compañeros infiltrados en las concentraciones culpándoles, falazmente, de originar altercados para motivar las cargas policiales supone elevar el grado de hostilidad de la sociedad, fragmentando la convivencia, enervando la libertad de expresión y llamando a la revuelta, a la desobediencia y al uso de la fuerza. 

En todos esos casos, de nuevo y como siempre, ha estado, está y estará presente la Policía Nacional con la misión constitucional de ser garante del libre ejercicio de los derechos y evitar el incumplimiento de las leyes. Así lo ha hecho siempre y lo seguirá haciendo. Es su obligación y se debe a su imperio. Que nadie dude de su profesionalidad. No importará si se está de acuerdo o no con las protestas. La obligación profesional exige que la opinión personal de cada agente quede incapacitada. Pudiendo entender las motivaciones y el hartazgo del personal, es necesario pedirles que actúen pacíficamente, que huyan de altercados violentos y de enfrentamientos con las fuerzas de orden. Lo contrario será darles alas a aquellos que ahora les acusan de acciones en las que esos del dedo acusador son verdaderos expertos. Esperamos, también, de los responsables políticos que no contribuyan con sus declaraciones y actos a calentar el ambiente y a dividir más a la ciudadanía, instándoles a que promuevan y señalen el comportamiento de los violentos para poner fin a los desagradables incidentes que estamos viviendo estos días, los cuales empañan cualquier protesta. Si lo hacéis, vuestra Policía, os guste o no la fruta, os lo agradecerá.

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