Opinión

La eterna belleza

Recientemente he visto en internet unas fotos de Jennifer Aniston que tiene actualmente cincuenta y dos años y en las fotos parece que tiene veintidós. Jennifer Aniston es una chica muy guapa que no ha hecho un papel decente o memorable en su vida, ni en el cine ni en la tele. Eso sí, es millonaria.

Por supuesto cualquiera que tenga dos dedos de frente se dará cuenta de que a su edad ese pelo rubio tan bonito es ahora teñido, su blanca dentadura que le da esa sonrisa estupenda es el producto de miles de dólares de dentista y... tal vez su preciosa sonrisa sea real. Probablemente lo sea.

Recientemente he visto en internet unas fotos de Brad Pitt, un tipo que tiene más o menos mi edad, sesenta años, y en las fotos parece que tiene treinta y cinco. Brad Pitt es un actor muy guapo que sí ha hecho algún papel decente en alguna película y también ha hecho unas cuantas, en realidad bastantes, interpretaciones perfectamente olvidables, mejor no hablemos de ellas. También es millonario.

Por supuesto cualquiera que tenga dos dedos de frente se dará cuenta de que a su edad, la de Brad Pitt quiero decir, ese pelo castaño y dorado es ahora teñido, y su blanca dentadura es el producto de miles de dólares de dentista y buenos cuidados. Y al igual que en el caso de Jennifer Aniston creo que seguramente su bonita sonrisa también es real.

Pero este artículo como indica su título trata de “La eterna belleza”. Por razones obvias no puedo compararme con Jennifer Aniston. Pero tal vez sí de lejos (!) con Brad Pitt a propósito de ese asunto “la eterna belleza”. Yo no tengo ni la cara ni los abdominales de Brad Pitt (ya me gustaría), pero no tengo canas, y estoy seguro de que él sí. La mayoría de la gente que conozco de mi edad o más jóvenes tienen canas o se han quedado calvos ya. Yo no. Y eso no lo ha hecho Hollywood ni el dinero, sino la casualidad. Una casualidad genética. Mis padres lo hicieron.

Cuando empecé a trabajar con Luis Carballo en Ourense en publicidad en los ochenta siendo yo un chaval, hacía poco que Carballo había roto su relación profesional con Adolfo Domínguez. Supongo que todos recordarán la famosa campaña publicitaria que lanzó a Adolfo a la estratosfera de la moda: “La arruga es bella”.

“La arruga es bella”. Y recuerden ustedes que este artículo se titula “La eterna belleza” fue una frase que Luis Carballo y su mujer Julia Taboada extrajeron de una entrevista con Marcelllo Mastroianni de un L’Uomo Vogue italiano que yo mismo tuve en las manos, subrayada, en la que el actor que ya era mayor entonces, a propósito de una pregunta sobre cómo sentía la vejez decía eso: “Le ruge é piu bella”. Luis y Julia convirtieron la frase en un eslogan publicitario famoso, brillante e inolvidable.

La eterna belleza.

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