Daniel Montero
SUEÑOS DE OLIMPIA
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El concepto "lengua materna" tan manejado por ciertos partidos políticos en nuestro país y que vuelve a saltar a la palestra con motivo de la ley Celaá es una falacia. Cuando lo emplean los que tanto lo emplean siempre se refieren al castellano. Y no es así. El castellano como lengua materna lo será en Madrid, Salamanca o Valladolid. Pero en Galicia, Asturias, Cataluña o el País Vasco la lengua materna suele ser el gallego, el bable, el catalán o el euskera. Pregúntenle si no a un crío de O Cebreiro, Cudillero, Banyoles o Zarauz.
Porque lengua materna no es el castellano, ni el inglés, ni el chino, es aquella lengua con la que nos crio y habló nuestra madre desde que éramos solo un pequeño proyecto humano.
Yo no hablo gallego casi nunca a pesar de que podría hacerlo, no bien lo sé. Pero podría hacerlo porque he leído mucha literatura en gallego y tengo un sustrato gallego bastante potente ahí, debajo de mi cultura literaria en castellano y/o español. Un sustrato valioso hecho de sintaxis (ya saben lo que decía Valéry, que la sintaxis es una facultad del alma), raras expresiones, preciosas manías lingüísticas como gheadas o voseos, y un vocabulario atestado de diminutivos.
El caso es que no lo hablo. En parte porque he vivido mucho fuera de Galicia, pero sobre todo porque fui educado en castellano.
Como tantas generaciones de los cincuenta y sesenta, nuestros padres, tíos y abuelos, los míos también, aunque hablaran entre sí en gallego, al dirigirse a nosotros los niños lo hacían siempre en castellano.
Por cierto aquí hay que anotar que esas generaciones anteriores a la nuestra fueron de una forma natural perfectamente bilingües. No como nosotros ni como lo que pretenden hacer con los chavales los adalides de esa supuesta "lengua materna" que para ellos siempre es solo una y la misma. O sea, que ellos quieren niños monolingües. Todo un éxito programático educativo, sí señor. Me quito el sombrero.
No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que si muchos de nuestros mayores nos hablaron en castellano fue por inteligencia y precaución, dos cosas muy gallegas. Pensaban con lógica en el contexto social del franquismo que el castellano nos sería más útil en aquel presente y en nuestro previsible o imprevisible futuro.
Esto que va ahora para finalizar ya lo puse aquí en otro artículo hace años. Es de don Álvaro Cunqueiro (él también lo escribió en un artículo) y el muy zorro, fíjense, lo escribió en castellano. Vean:
"Nosotros los gallegos amamos nuestra lengua, tan humilde como sea, tan mediocre el futuro que le esté destinado, pero que cada día, tal y como es, es pan fresco en nuestras bocas. Los gallegos estamos en esta esquina verde de España, eso sí, pero con nuestra lengua, con la que no queremos juegos, y para la que exigimos el respeto que merece”.
Pan fresco en nuestras bocas. ¿Lengua materna? Ustedes verán.
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