Arturo Maneiro
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La caradura Marie Kondo es una señorita japonesa que está muy de moda y ha montado todo un negocio en internet y en los medios de comunicación vendiendo la absurda idea de que tienes que vaciar tu casa de todo lo que te diga ella. Para ser feliz, se supone. En la tele e internet ya había otros programas parecidos como "Mi vida con trescientos kilos", "Redecorando tu casa" o directamente por ser más explícitos "Las Kardashian".
La novedad/necedad de Marie Kondo es que según ella solo tienes que tener treinta libros en casa. No más. Me pregunto cuáles serán. Yo tengo unos dos mil seiscientos tras haber donado (o haberme deshecho de) otros quinientos en los últimos años, sobre todo para dejar sitio en la estantería y poder poner las fotitos de mis ahijados a la vista. Si tuviera que quedarme solo con treinta no sabría elegir. Tengo un estante donde van mis favoritos, pero solo esos ya son más de treinta.
La señorita Marie Kondo, japonesa repito y los japos no tienen mucho espacio, parece pensar que los demás somos como ella y no tenemos sitio donde poner las cosas. Yo sí. Tengo un salón de cuarenta y cinco metros cuadrados por el que galopa mi perrito como Usaín Bolt por un estadio olímpico. He de decir que Atticus, mi chihuahua, no pasa al dormitorio, ni a los baños, ni al estudio, lo tiene prohibido desde cachorro y se queda en la puerta del pasillo esperando. Pero tiene para él solito el salón, el hall y la cocina, unos sesenta metros cuadrados. Teniendo en cuenta su tamaño, el de Atticus quiero decir, es más que el apartamento de un millonario en Manhattan. ¡Vaya lujo!
Lo de los treinta libros de Marie Kondo es de broma. ¿Qué libros? ¿Cuáles? ¿Qué ha leído ella? ¿El Quijote? ¿Algo de Shakespeare? ¿Un diccionario? ¿Moby Dick? No sé. ¿Solo treinta? Desde luego tener que hacer la lista de los treinta ya me parece una tortura medieval del tipo vamos al potro muchacho o ven que te voy a arrancar la piel a tiras, tú eliges.
En los años ochenta por casualidad conocí a Fernando Díaz–Plaja, un tipo que no me interesaba nada como escritor, pero simpático, entretenido y educadísimo en persona. Me contó que él vivía con su mujer en un apartamento diminuto en la Torre de Madrid. Y que como el piso era tan pequeño, de los libros que leía hacía una ficha con extractos del libro, la guardaba en un fichero alfabético tipo archivo de biblioteca con larguísimos cajoncitos de madera y después regalaba el libro. No tenía espacio en casa para libros.
Quizás a Marie Kondo le hubiera encantado conocer a Fernando Díaz–Plaja. Tal vez hubiera aprendido algo de él. Estoy seguro.
¿Minimalismo? Como solía decir mi ex muy inteligentemente: "para ser minimalista en decoración tienes que tener mucho, mucho espacio libre en casa, y también... muchos armarios ocultos".
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