Opinión

Alma emboscada 
y otros lugares

Es esta exposición de la Galería Marimón la segunda en su mueva ubicación en el entorno del Campus. Desde Benito Vicetto, dónde se ubica, cobra así esta zona urbana un mayor peso, y protagonismo en lo concerniente al arte contemporáneo. Viene, en efecto, a reforzar, desde su perfil el latido de lo más reciente, y de vanguardia, del panorama ourensano y gallego. Y todo ello en relación con unas líneas similares desde Madrid, y el resto del estado. Inició su andadura con la fotógrafa granadina Rocío Verdejo, artista de gran proyección, con ocasión del Outono Fotográfico a mediados de noviembre pasado. En enero, tras finalizar, han participado en el importante evento anual madrileño JustMad, la feria madrileña alternativa a la que han acudido con la artista ourensana Tamara Feijoo. Ahora, desde hace unos días, ha iniciado otra nueva propuesta, desde el fondo de galería, exposición en paralelo con la de la pasada temporada, lo que viene siendo un continuum en su proceder: tras la individual, una colectiva.

Mas en el nuevo espacio, el desarrollo deviene completamente distinto. Amplia y diáfana, la sala que es susceptible de ampliarse hasta duplicar sus dimensiones, resulta más apropiado para una Galería que desde 1994 ha apostado por el protagonismo de una nueva definición visual. Revisitar las obras de su background supone el reencuentro con el Alma emboscada (Una película en la piel-XVI), aquella esplendente muestra realizada por el artista-fotógrafo José Paz, asentado entre nosotros desde hace décadas. Una de aquellas obras, realizadas con clara intención, y un acto de rebeldía, como dijo, es una foto de grandes dimensiones que el artista construyó con una intervención-performance en busca de una sensación de cinestesia, en la que la metáfora, desde la memoria, se convierta en poesía. Es la cultura rural de otrora, y desde ella, el silencio. La efímera construcción es una propuesta para gozar de la esencia de nuestro país gallego, en el que lo agropecuario fue determinante en el interior, cultura propia, símbolo de lo que fuimos, porque somos, caminando hacia la modernidad sin renunciar a la raíz.

Lugares sentidos

Con él están obras de Diego Opazo, Rosell Meseguer, Antonio Lozano, y además las de Vicente Blanco y Salvador Cidrás. Desde las ruinas de la romana Pompeya, del primero de ellos, hormigón y mármol, a la Anzio Cartagena y su sistema defensivo, con el tríptico de San Julián del alicantino Messeguer. Son piezas de mundos marinos, del mediterráneo, tan distintos, y similares en el nexo que une la exposición. El registro como base del medio de reproducción por excelencia desde fines del siglo XIX, el fotográfico. Las de Lozano, planos de un cementerio de la antigua Unión Soviética; restaurante berlinés Kino Internacional que reconstruye Blanco desde postales. Finalmente Cidrás con personajes que pierden la identidad con las autocaravanas. La nueva Galería invita, desde sus amplios escaparates, a artistas de Ourense, como María Puertas o Miguel Mosquera, entre otros, a un viaje en el que el cosmopaletismo es desconocido.

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