Opinión

A parir a Verín

O Núñez Feijóo se siente intocable y caprichoso como ese jugador franquicia que un equipo ha contratado por una millonada o está emitiendo señales de cansancio que avisan de que existe la posibilidad de que no se presente a las próximas elecciones. En cualquiera de las dos hipótesis, el PPdeG está fastidiado porque el comprensible desgaste de gobernar no se compensa con la lozanía de las siglas. Y desde hace tiempo la marca Feijóo tiene más tirón electoral en Galicia que el vuelo de la gaviota, que era un charrán según aclaró el diseñador del logo, Fernando Martínez Vidal, tres décadas después de la refundación del partido para evitar asociaciones con la carroña durante el caso Gürtel. 

La decisión de clausurar el paritorio del Hospital de Verín y desplazar a las gestantes 70 kilómetros para que alumbren en Ourense puede contar con el criterio médico y el respaldo de los insensibles ratios, pero hacerlo a menos de un año de las elecciones es un error estratégico impropio de alguien que ha conseguido tres mayorías absolutas. Como si lo manda la Organización Mundial de la Salud, podría haber sacado pecho, que se va a hacer lo posible  y lo imposible para mantener el servicio porque "a política é algo máis que criterios técnicos", según reaccionó Manuel Baltar, presidente de la Diputación de Ourense, cuando comprobó que el personal se echaba a la calle y al hospital para evitar el desmantelamiento. 

El encierro en el complejo hospitalario continúa como la obstinación de Feijóo en el cierre. Nadie criticaría que implementase una partida presupuestaria para mantener el paritorio en funcionamiento por si a alguien se le ocurre ir a parir a Verín para alcanzar las cifras aconsejables, algo dífícil de entender a no ser que parir se equipare a armar un coche en una cadena de montaje. "Un año en política es una eternidad", comenta un colega para defender la decisión del presidente de la Xunta, pero hasta sus articulistas más entregados hacen cabriolas para defender el paritorio sin arañar al protegido. A partir de ahora cada discurso sobre la despoblación del rural sangrará por Verín. El presidente que se empeñó en poner nuevos ladrillos en el sistema de salud de Galicia puede ser el culpable de una expresión para los asuntos imposibles: a parir a Verín. 

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