Un jabalí en la parada del bus

Una granjera de A Pastoriza (Lugo) acaba emocionándose ante la cámara del Telexornal al relatar cómo se encontró, devorados por el lobo, a siete becerros que dejó paciendo en un prado la tarde anterior. Tres seguían con un hilo de vida y los sacrificó el veterinario. 29 terneros perdió el año pasado. “É unha decepción, unha impotencia. Dan compensacións pero non cubren as perdas”. Las vacas, cuidadas por mastines, están a salvo. El paisano que aparece después sostiene que habría que matar algún lobo. “Algún ten que haber, pero non tantos. Pero bueno, están protexidos”. En el último censo de hace tres años se registraron 93 manadas, pero “ten que haber máis”, sostuvo la directora xeral de Patrimonio Natural, la ourensana Marisol Díaz, en un visita en septiembre a esta comarca que ha reportado 40 avisos en lo que va de año.

Cuando hay tiros quedan agujeros

La Xunta aboga por rebajar el nivel de protección de la especie, como propuso la Comisión Europea, con el voto en contra de España e Irlanda, después de que el lobo se merendase el poni de Ursula von der Leyen. El desconsuelo de la granjera lucense no es homologable al de la presidenta europea por la consecuencias. Cuando hay tiros quedan agujeros.

En la última campaña de caza se abatieron 20.000 jabalís en Galicia. Barra libre desde el 20 de octubre pero los cazadores reconocen que el problema no se soluciona con plomo

En Ourense el jabalí baja a Vinos, se da un garbeo por las termas y pronto hará cola en la parada del bus para volver al monte. En la ciudad encuentran alimento fácil y se sienten a salvo de sus dos únicos depredadores: el lobo y el cazador, sostiene la bióloga Rosa Más en un reportaje de Daniel Canal en La Región. En la última campaña de caza se abatieron 20.000 jabalís en Galicia. Barra libre desde el 20 de octubre pero los cazadores reconocen que el problema no se soluciona con plomo. Y menos apuntando al depredador.