Triple crimen de Burgos

Reactivan el caso del triple crimen de Burgos: nuevas técnicas forenses buscan evidencias en el coche de la víctima en Ourense

Dos forenses analizan el vehículo que permanecía bajo custodia en la Comisaría ourensana.

Han pasado ya 17 años del triple crimen de Burgos, desde aquel domingo 7 de junio en el que aparecieron brutalmente asesinados en su domicilio Salvador Barrio (53 años); su mujer, la verinense Julia Dos Ramos (47 años) y su hijo de 12 años. 99 puñaladas que siguen sin respuesta. Esta mañana, la Comisaría de Ourense fue el escenario de la reactivación del caso que ha gravitado sobre dos nombres: Rodrigo Barrio, el hijo mayor de matrimonio que fue finalmente exonerado por falta de pruebas, y Ángel Ruiz, vecino de la familia y que está en prisión por el asesinato de una mujer de 84 años. 

Dos forenses supervisaron este jueves a primera hora el traslado del Audi familiar que  permanecía custodiado en la sede ourensana. Un operativo que se llevó a cabo sin declaraciones pese a la convocatoria a la que acudieron una veintena de periodistas de radios, televisiones y prensa local y nacional. El tiempo se echa encima: el caso prescribe en 2024.

Traslado del coche. (Miguel García)

El vehículo, que tenía en su poder Rodrigo Barrio, fue en su día una de las principales líneas de trabajo de la Policía Nacional: las dos llaves pertenecientes al Audi A-6 del progenitor y que tenía en su poder el joven tras la muerte de su familia. Esto le situaba, según la tesis policial, en el escenario del crimen ya que los agentes sostenían que en el momento de la compra del turismo sólo se habían entregado dos llaves. No obstante, investigaciones posteriores acreditaron que el citado modelo de coche tenía asignadas hasta cuatro. Los especialistas de la Policía Científica e investigadores de homicidios aplicarán ahora nuevas técnicas forenses en busca de nuevas pruebas.

La actuación de hoy en Ourense no es el primer movimiento que se produce en torno a un caso que está cerca de prescribir. Los investigadores no renuncian a darle carpetazo a un proceso que en 2016, por ejemplo, tuvo otro empujón, cuando la Audiencia Provincial de Burgos pidió al Juzgado de Instrucción número 2 que continuase con la causa contra Ángel Ruiz, archivada en diciembre de 2015, al encontrarse nuevos indicios que le vincularían con el asesinato de la familia ourensana. En 2017 los agentes, especializados en la búsqueda de pruebas, realizaron nuevas inspecciones muy minuciosas en las que incluso perforaron las paredes con taladros y cavaron zanjas en las inmediaciones de la casa en la que residía Ruiz. Además de numerosos efectos en cajas, los policías se llevaron asientos de un vehículo para su posterior análisis en el laboratorio. Lo que ha pasado hoy en Ourense es un nuevo intento de apuntalar un caso que sacudió a la sociedad española, con especial afectación en Burgos y Ourense.

Ángel Ruiz, en el punto de mira policial

La Policía Nacional puso en el punto de mira a Ángel Ruiz, investigado por el triple crimen de Burgos  cuando tras el entierro del patriarca realizó pintadas ofensivas ("cerdo, cabrón hijo de puta") en el panteón donde fue enterrado en junio de 2004. De hecho, fue condenado a cinco meses de prisión y multa de 1.000 euros por un delito de falta de respeto a la memoria de los difuntos.

En aquel momento, se registró su casa durante todo un día en busca de pruebas que lo relacionaran con el crimen pero sólo se hallaron  ejemplares de El Norte de Castilla  con las noticias de las pintadas y con la del asesinato del matrimonio y su hijo. Una circunstancia que para el juez de lo Penal 2 de Burgos revela "al menos una fijación o interés especial en ambos sucesos".

Los investigadores policiales creen que Ruiz odiaba a Salvador Barrio. Habían tenido desavenencias por unas lindes de fincas en La Parte de Bureba. De hecho, hay quienes creen que Ángel Ruiz puede ser la persona que amenazó por teléfono a Barrio unos días antes del asesinato.

Precisamente, Salvador Barrio había sido pedáneo de ese pueblo cuando lo mataron y no se descarta que el imputado hubiera cogido otras llaves de la oficina municipal, entre ellas las del piso de Burgos en la calle Jesús María Ordoño, cuya cerradura no apareció forzada. Asimismo, entre los cuchillos intervenidos por el Instituto Armado  en 2013, apareció uno con hoja bicortante. El análisis forense determinó que esa arma "explica muchas de las lesiones en forma de ojal de los cadáveres y una herida de Julia dos Ramos en la bóveda craneal".

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