La Región
CARTAS AL DIRECTOR
Alégrese el cole, goce la tierra
CARTAS AL DIRECTOR
Amigos y amigas:
La carta número 50 de este año la escribo con más ternura y piedad, porque es la carta de Navidad. Casi todo lo que rezo, leo, escribo y hago estos días lo hago pensando en el Niño Jesús, porque la Navidad sin Niño es pura vanidad, es auténtica falsedad. Nico Montero canta sobre estos días, “Algo pasa en la tierra, que se siente./ El hombre se alboroza en sus raíces./ Vendrá, ya llega intrépido y hermoso,/ el santo de prodigios invencibles”.
Tiempo de Navidad, tiempo para contemplar la Palabra, sin palabras. Tiempo para escuchar al corazón, que habla mientras la boca calla y los ojos ven más allá. Tiempo para tender puentes entre la infancia, la juventud y la madurez, siempre en equidistancia y con sencillez. Estos días son para hacer silencio, porque en el silencio, como en el desierto, se fragua la sabiduría, que nos abre al misterio. Estos días nos invitan a admirar el primer rayo de la mañana, el susurro del viento a mediodía y el canto del pájaro por la tarde. Estos días nos invitan a recoger cada gesto y cada sonrisa como el mejor regalo, a estremecernos ante la levedad de la nube que va tejiendo los pliegues de cada día. Durante estos días, nuestra actitud es la de la escucha humilde y la espera tranquila.
Todos somos miembros de una familia sencilla, con abuelos y abuelas, bisabuelos y bisabuelas. En estos mayores podemos, esta Navidad, hacer un pequeño homenaje a las canas de la experiencia, que saben vivir ahora en la enfermedad y la debilidad; a esas arrugas que estuvieron llenas de vigor y hoy sonríen, dejándose tejer por el decrecimiento que las aproxima a la tierra y al cielo. A esos abuelos y abuelas, estos días de Navidad, podemos hacerles un pequeño homenaje con un una visita, un beso, una caricia.
Amigos y amigas, Feliz Navidad, en armonía con nosotros mismos, con Dios y con la naturaleza: ésta es nuestra mayor grandeza. Feliz Navidad, en mi última carta de este año, que os escribo con más ternura y piedad. Belén: una luz que ilumina la noche; un amanecer que bendice la tierra. Alégrese el cole, goce la tierra. Amén.
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