Cosas que no convienen | Deshonrar el invierno

Publicado: 09 feb 2025 - 02:00

  • No sentir la mano de dios. Pensar en retirar la manta de lana de la cama es morir un poquito. No debe haber invierno sin dormir bajo una de lana virgen, a ser posible en tono crudo y con una cenefa de punto. La manta debe sobresalir generosamente por ambos lados y notarse su peso sobre el cuerpo. El peso es importantísimo. Es la mano de dios la que nos protege.
  • Perderse el cielo en el pis de las diez. Ahí, justo ahí, antes de acostarse, hay que levantar la cabeza y mirar hacia arriba. Llevarse en el ojo un poquito de Orión, con su Ríguel blanquiazul y los dos perritos. Cada día se ven igual y también distinto.
  • No sentir al sol cruzar la hoja de ventana. Y siquiera pintar en el cristal el ángulo que dibuja su órbita a lo largo del año. Esto es lo más parecido a atrapar nuestro movimiento en la nada.
  • Descuidar el leño de vigilia. Para cebar bien la estufa en la noche larga, no se puede olvidar ese leño grande, que el paisano llama hacha. Debe ser duro y mejor no muy curado, para que resista la llama y tarde en desgastarse. Es en la noche cuando nos lo jugamos todo y, como los primeros hombres, debemos creer que la luz regresará por el lado contrario al que se fue.
  • No acariciar la nieve. Quizá la gran tragedia sea que no haya nieve pero, mientras venga y habite lo sagrado en la cumbre, se traiciona al mundo si no se acude a tocarla y a honrar ese sanatorio que aún llamamos montaña.
@txarka.ilustracion
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  • Olvidar la media estación. Ni sentir que todo lo que empuja bajo la tierra y en las yemas de los árboles está a punto de regresar.
  • No colgar las casas de pájaros. Ni sacar de adentro los restos de nidos de la temporada anterior. Afuera se están formando las parejas y es un pecado no ofrecerles un hogar en las ramas del árbol mejor.
  • Perderse la terma. Quizá porque esté cerrada por desidia y haya hombres pequeños que quieren ponerle cerrojo al agua sulfurosa y siempre viva. Privarse del remojo en el agua calda cuando sucede la noche es una tragedia irreparable. Que los demonios persigan a quien impide el milagro.
  • No sentir a los muertos. Y cerrarles la puerta cuando se oculta el sol o ahuyentar a la lechuza si vuela sobre el tejado propio. Es en invierno cuando los espíritus se acercan a calentarse del mismo fuego y beber del mismo caldo. Sean bienvenidos.
  • Ignorar la máscara. Esa que viene a recordarnos que pertenecemos a la misma tribu y que debemos bailar junto al tambor grande. Sólo así podremos escapar de nosotros mismos.

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