El estado del bienestar

Publicado: 19 ene 2025 - 02:00

El estado del bienestar es la aspiración melancólica con la que la política promete a los pueblos del mundo la prosperidad soñada. Es una manifestación más de la globalización del populismo, pues ofrece remedios de ambiciosa grandilocuencia a problemas que siempre están ahí y nunca se terminan de resolver. El estado del bienestar pretende el logro de la felicidad: una aspiración permanente e inalcanzable de la que dependen la dicha y el destino de la masa votante.

Según la ciencia política, los cuatro pilares del estado del bienestar son el trabajo, la educación, la sanidad-dependencia y las pensiones. Ahora, los científicos de lo público han decidido que la vivienda es el quinto pilar del estado del bienestar, y andan todos a la carrera, la paleta y el ladrillo para construir un mundo nuevo en tiempo récord y dar techo a la demagogia, pues según el CIS es la gran preocupación de la sociedad española.

Esas preocupaciones, agendadas en las recetas cocinadas de Tezanos, se fuerzan con preguntas teledirigidas y el oportunismo del sondeo correspondiente.

Cuando se dispara el paro, la preocupación es el empleo; cuando había atentados era el terrorismo, cuando los escándalos del choriceo se multiplican es la corrupción, y así todo. O sea, que Sánchez lleva prometiendo 7 años rebaja de alquileres, abaratamiento de la compra-venta de viviendas y una cruzada progre contra el pelotazo y la burbuja inmobiliaria sin resultado alguno que redunda en la propaganda habitual marca de la casa y blinda a los okupas frente a los propietarios.

Y el PP, que sabe la jugada, se ha adelantado con un Plan integral de vivienda más creíble y posibilista, pues muchas de la medidas sanchistas dependen de las autonomías gobernadas por los populares. Por eso todo el lenguaje gubernamental suena falso en boca del nuevo arquitecto de la vivienda protegida de papá Estado, y delata su naturaleza publicitaria cuando Sánchez anuncia un Perte (proyecto estratégico para la recuperación y transformación económica) del sector de la construcción con sede en Valencia, de dónde huyó en plena dana pero necesita como circunscripción electoral. Sánchez promete, promete y promete hasta que mete... la papeleta en su urna. Y dice: “hemos logrado, hemos financiado, hemos, hemos, hemos...”, cuando en realidad la vivienda sigue siendo su gran asignatura pendiente, que para eso gobierna desde 2018, ahora que lo quiere convertir en un asunto de Estado con el que la política especula y los constructores se forran.

La desafección de la gente ante estas prácticas políticas, acompañadas del ninguneo y favoritismo de los socios del Sánchestein, la resurrección de Franco, la ley Begoña, el Fiscal del borrado y demás sumarios de corrupción, sumen al Gobierno en una profunda crisis de credibilidad que va a terminar por reventarle en su cara bonita a Pedro Sánchez. La osadía con la que el comandante Sánchez afronta cada problema desemboca en un tic autoritario acompañado de un decreto-ley que bordea la Constitución y pervierte la democracia por su atrevido perfil autocrático de reminiscencias bolivarianas.

El estado del bienestar que promueve y promulga Sánchez es el suyo propio, y si ahora hay cinco pilares, mañana puede haber seis, ocho o diez, según sean sus necesidades políticas.

Al final, la ciudadanía asiste perpleja al uso y usufructo de su voto por parte del Francostein, que malinterpreta las mayorías al establecer un cordón sanitario sobre el partido más votado y sus millones de votantes e impidiendo la sana alternancia democrática con intención de impunidad ante el acorralamiento político, judicial y mediático debido a la descomposición de una interminable sucesión de escándalos. A la gente sólo le queda elegir sus pilares personales de bienestar pensando en la nutrición, el ejercicio, la relajación y el sueño. Hay personas que pasan hambre, que no tienen salud, que son engañadas ante el conformismo político y que no pueden dormir por la noche porque no llegan a final de mes. El bienestar físico, mental, emocional y espiritual de la sociedad española no puede depender de los vaivenes del poder y del grado de agitación, odio, polarización y confrontación generado artificialmente por la ambición política desmedida.

En España se necesita, repito, recuperar el espíritu de concordia y convivencia, y ello sólo es posible de la mano de un cambio en el fondo y en las formas democráticas con las que se desempeña lo público.

España se está moviendo sigilosa hacia el hartazgo político, porque el estado del bienestar de la sociedad no coincide con el de ciertos políticos. El estado del bienestar político es la okupación del poder como principal objetivo programático, como única aspiración del ejercicio de la democracia y del sufragio. Hay que desterrar la inclinación al engaño y la mentira, vestir de transparencia el desempeño gubernamental y marcarse el objetivo de gobernar para todos independientemente de a quien votes o del territorio en el que vivas. Se requieren igualdad ante la Ley y una mayor decencia a la hora de resolver los verdaderos problemas de los españolas. El estado del bienestar debe ser social, nunca político.

El whiskygate

Oscar López se ha convertido en uno de los baluartes del sanchismo, si bien en los comienzos el jefe le mandó a Paradores, que es el cargo balneario deseado por todos, aunque se trata de un destierro político. Oscar López no sólo ha sido diputado, portavoz socialista en el Senado, secretario de organización del PSOE y jefe de gabinete del presidente del Gobierno. Ahora es ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública y líder antiAyuso del PSOE en Madrid.

Es, o al menos era, un político competente y de trato agradable y moderado. Pero su tarea ahora es formar junto al otro Oscar, Oscar Puente, un escudo tanto de protección a Sánchez como de hostigamiento al PP, si bien en esa tarea ha perdido los papeles al usar un ataque personal inapropiado contra Miguel Ángel Rodríguez al margen del debido fairplay político y del decoro institucional. Puesto que Ayuso comparó el caso del Fiscal del estado y la filtración de datos de su novio con el watergate, López replicó hablando de whiskygate en referencia a Rodríguez. Pero en política, como en la vida, las formas son tan importantes como el fondo. )

El fiscalazo

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, se aproxima al banquillo tras el auto del Supremo que investiga un presunto delito de revelación de secretos sobre el caso del fraude fiscal del novio de Ayuso. El escrito supone todo un fiscalazo contra los intereses de Sánchez y de la fiscalía, porque el juez Hurtado otorga un rol activo a presidencia del Gobierno en la difusión del correo y habla abiertamente de una “dinámica corrupta”.

Según el Supremo, la difusión de los datos confidenciales de Alberto González Amador obedeció a una “operación coordinada” para recopilar correos de su abogado sobre su negociación con Hacienda y filtrarlos a la prensa. Hasta la fiscal superior ha señalado a Ortiz. Lo más grave es que el ministro de Justicia, Félix Bolaños, ha dicho que el Supremo acusa sin “base probatoria” rompiendo su debida neutralidad. Y del mismo modo, la portavoz Pilar Alegría dijo que el auto de un juez de todo un Tribunal Supremo son “elucubraciones” cuando establece la conexión con Moncloa. Sin duda, el fiscalazo es uno de los grandes problemas de Sánchez junto a los casos Begoña, hermanísimo, Ábalos e Hidrocarburos.

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