Berto Manso
LA OPINIÓN
Sin puntas no hay victoria
Superada la primera pregunta del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, al jefe del Ejecutivo, con el resultado previsible derivado de un diálogo de sordos en el que uno pregunta y otro no responde, en el que uno habla de los casos de corrupción que afectan al entorno de Sánchez y el otro contesta con las cifras macroeconómicas, en esta ocasión el debate ha tenido unas nuevas derivadas relacionadas con el cambio, leve, de lenguaje de Feijóo sobre el genocidio de Gaza, del que no habla, y con la estabilidad del Gobierno de coalición.
Además de la corrupción el siguiente mantra que utiliza el PP es el de la inestabilidad del Gobierno y el de la ambición desmedida de Pedro Sánchez por permanecer en el poder, para lo que, dijo Feijóo, Sánchez es capaz de cambiar de opinión de la noche a la mañana como hizo en el caso del Sahara y pactar hasta con Netanyahu. El presidente del Gobierno, por el contrario, relató que el suyo es el tercer gobierno más estable de la Unión Europea, que ha conocido “siete primeros ministros en Francia, seis en Austria y cinco en el Reino Unido”. Y tres líderes de la oposición. Sánchez volvió a sacar pecho de la buena marcha de la economía y de que pese a las dificultades ha sacado adelante 43 iniciativas legislativas, más que en muchos parlamentos autonómicos donde el PP cuenta con mayoría absoluta.
Más que las invectivas de Feijóo sobre su falta de escrúpulos para permanecer en el poder, la legislatura depende de que Junts le dé el cerrojazo y deje caer al Gobierno
Dando por inevitable la falta de entendimiento entre ambos líderes, ha sido la portavoz parlamentaria de Junts, Mirian Nogueras, la que se ha encargado de echar un jarro de agua fría sobre la presunción de estabilidad del Gobierno. No solo porque desde la reanudación del curso parlamentario Junts haya votado en dos ocasiones junto al PP y Vox en contra de iniciativas del Gobierno, la rebaja del horario laboral y la creación de una oficina anticorrupción. En ambos casos Junts ha confirmado que es un partido de derechas, que defiende los intereses de la patronal catalana y que como heredero del partido del tres por ciento, cualquier medida de prevención de la corrupción política no acaba de sonarle bien, a lo que hay que añadir su protesta porque el Gobierno bloquea otras iniciativas políticas de Junts como la rebaja de las cuotas a los autónomos, una norma para luchar contra la okupación o la ley contra la multireincidencia o la rebaja de impuestos, todas ellas de carácter netamente conservador.
Como, además, Nogueras considera que el Gobierno da largas, -“no vale el bla, bla, bla, lo que queremos son hechos”- al cumplimiento de los compromisos adquiridos con Junts para votar su investidura, amenazó a Sánchez: “¿Cree usted que podrá seguir gobernando?”. Es decir, más que las invectivas de Feijóo sobre su falta de escrúpulos para permanecer en el poder, la legislatura depende de que Junts le dé el cerrojazo y deje caer al Gobierno, con advertencias cada vez más frecuentes en ese sentido, porque sus principales reclamaciones, amnistía para Puigdemont y el catalán oficial en la UE no acaban de concretarse. Sánchez defiende que hace lo que puede. Si alguna vez albergó alguna esperanza de que se pudieran aprobar los Presupuestos Generales del Estado ya está claro que no lo logrará. A Sánchez le salva la intrahistoria de la decisión de Junts de mantener el apoyo al Gobierno, porque son conscientes de que lo que viene será peor para sus intereses.
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