Josefina, la Champions

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Dicen que en su lecho de muerte, Napoleón balbuceó las tres cosas que más amaba en medio del dolor inefable por el cáncer o el arsénico: “Francia, el ejército, Josefina”. Su primera esposa fue la más querida y la más esquiva en una relación consuetudinariamente infiel. Si Bonaparte hubiera existido doscientos años después, es probable que incluyera en su estrofa la Champions, tan deseada y huidiza para la capital del reino que traspasaba los Alpes, como su primer amor.

El Paris Saint Germain es un equipo joven, el de menor edad en levantar la Copa de Europa. Sus 23 predecesores tienen, al menos, una centuria, exceptuando al Steaua y al Estrella Roja nacidos en longitudes más orientales. Enseña los dientes al continente en 1993 cuando forma con sus mejores galas: Lama, Ricardo, Valdo, Ginola. En semis de UEFA se encuentra con su bestia negra, la Juventus. Un delantero con ‘rat-tail’ lo desarbola. Es Roberto Baggio y ganará el Balón de Oro. Dos años después, lo gana uno de los suyos: George Weah, primer africano en conseguirlo. Es pichichi de la Champions, pero al PSG solo le alcanza para unas semifinales contra otro transalpino. El Milan de Capello viene de humillar al Dream Team y no hay nada que hacer.

Una lluvia de perseidas intentan enderezarlo. Raí, Djorkaeff, Leonardo, Okocha, Ronaldinho, Makélélé, Giuly, Pastore, Thiago Silva, Ibrahimovic, Beckham, Cavani, Buffon, Sergio Ramos y, sobre todo, el tridente más ampuloso: Neymar, Mbappé y Messi, a golpe del crudo árabe. Pasan 30 años y todo sigue igual. Una final nefanda en 2020 en un formato extrañísimo por el Covid es su mayor logro. La ciudad de la luz se apaga.

No hay grandes astros pero sí un carro de oficio y la lección de que, por mucho dinero que tengas, nunca podrás cumplir tus sueños si te olvidas de la pasión

Un entusiasta asturiano descubre entre la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo, Montmartre y Versalles que toda aquella cáscara no estará completa sin sudor. Con una receta plagada de valores, el PSG brilla, por fin, en la cima del viejo mundo, castigando a otro equipo italiano con el mayor revuelco de las finales. No hay grandes astros pero sí un carro de oficio y la lección de que, por mucho dinero que tengas, nunca podrás cumplir tus sueños si te olvidas de la pasión.

@jesusprietodeportes

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