Afonso Vázquez-Monxardín
Saudade do PSdG
Son originales, ornamentales y centro de todas las miradas. Por eso, conocer a fondo las características y cuidados de la kokedama no harán más que enamorarnos de esta singular técnica de cultivo de origen japonés. Los motivos saltan a la vista: no solo nos permiten cultivar plantas de una manera completamente diferente a lo habitual. Además optar por ellos implica sumarnos a esa tendencia oriental de ser más respetuosos con el medio ambiente. ¿Cómo? Eliminando de la ecuación las macetas y apostando, así, por cultivar de una forma que emula a la que se daría en la naturaleza.
Por novedoso que nos pueda parecer, el cultivo de plantas en este singular formato es una tradición milenaria. Y, curiosamente, están ligados a otra técnica oriental de cultivo singular. Nos referimos a los bonsáis: unos árboles que, como las kokedamas, se cultivan en un espacio reducido y con poco sustrato. Saber cómo se traduce el término en sí nos ayuda a comprender mejor en qué consisten: koke significa musgo y dama se traduce como bola. Algo que nos permite esclarecer otra duda habitual que surge con esta técnica y que también sucede con los bonsáis: disfrutar de un kokedama puede hacerse con casi cualquier planta, y ésta no debe reunir condiciones especiales. Y aunque es habitual hacerlos con plantas de interior, también es posible con plantas de exterior.
Y tampoco: por complejos que nos puedan parecer, los cuidados de la kokedama son sumamente sencillos. Tanto que, incluso, es una forma de cultivo recomendable para quienes se inician en cuidar plantas.
Antes de entrar en detalle en cómo cuidar una kokedama, es importante romper un par de conceptos erróneos en torno a ellas. El primero: la clásica pregunta de cuánto dura una kokedama. Aunque pensemos que esta forma de cultivo acorta la vida de nuestra planta, nada más lejos de la realidad. A los efectos, nuestra bola de musgo no es más que una maceta de carácter orgánico por lo que vivirá el mismo tiempo que lo haría si estuviera en un contenedor artificial.
1. La ubicación, fundamental para mantenerlas con salud.
Un factor determinante para su buena salud. No hay más que pensar en algo para hacernos a la idea de cuál es su espacio ideal: el musgo crece en espacios húmedos y sombríos o, como mucho, en zonas con luz indirecta. Siguiendo esta lódica, lo ideal para una kokedama es un espacio luminoso pero nunca con sol directo. Si la planta que alberga lo necesitara, podemos colocarlo cerca de una ventana pero siempre que ésta tenga orientación norte y solo reciba el sol de primera hora de la mañana.
2. El riego, uno de los cuidados de la kokedama más importantes.
¡Y tan importante! Volviendo a esa lógica de la que hablábamos, el musgo necesita una hidratación regular para mantenerse con vida. Por eso la pauta de riego ideal para una kokedama es de uno o dos riegos máximo en meses de invierno; y entre tres y cuatro según la temperatura en meses de calor.
Tan importante como esto es saber cómo regar una kokedama correctamente. Tenemos que olvidarnos de los métodos tradicionales porque, , tendremos que regar nuestra kokedama por inmersión. E incluso esto tienes sus detalles. Para regarla bien, la sumergiremos en un recipiente con agua hasta cubrirla. Una vez dejen de salir burbujas, la ponemos a escurrir sin apretarla ni forzar que expulse el agua sobrante antes de volver a colocarla en su lugar.
Y fundamental: nada de utilizar agua clorada. Tendremos que apostar por el agua destilada, recogida de la lluvia o mineral.
3. La humedad ambiental.
Dejando a un lado el riego, otro de los cuidados de una kokedama que no podemos pasar por alto es la humedad ambiental. Nos ayudará a mantener el musgo en perfecto estado. Para conseguirlo podemos pulverizarlo pero, también, crearle un microclima propio.
¿Cómo hacer esto? Colocando un recipiente de cristal con una buena capa de arlita en el fondo y agua, y colocando la kokedama sobre ello.
4. El abonado, una labor que debemos contemplar.
Y sí porque, de la misma manera que estaremos fertilizando nuestra planta, haremos lo propio con el musgo. Por eso lo ideal es usar un abono líquido diluido en el agua de riego y siempre con la pauta que cada especie requiera.
5. El trasplante, el último de los cuidados de una kokedama a tener en cuenta.
¡Uno de los cuidados de la kokedama que no podemos olvidar! Y hay varios motivos fundamentales para ponerlo en práctica. El primero: que hayan transcurrido dos años desde que hicimos nuestra maceta orgánica o que las raíces de nuestra planta asomen por la parte inferior. Pero hay un motivo más para contemplar trasplantar nuestra kokedama, y es que el musgo tiene una vida determinada que nos obliga a renovarlo cada cierto tiempo.
Y listo! Con estos sencillos cuidados, ya puedes lanzarte a disfrutar de tu kokedama. Una forma original y atractiva de cultivar tus plantas.
@achillea.flowers
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