Sonia Torre
UN CAFÉ SOLO
Las nostalgias
RECORTES
Como ocurrió en su día con anteriores presidentes del Gobierno, el que hay ahora también ha decidido en esta segunda mitad, fijar su residencia en el extranjero. Se trata de un comportamiento muy común entre nuestros jefes de Gobierno a los cuales se les tuerce indefectiblemente la legislatura y huyen del meollo de la acción dejando en la garita a sus colaboradores más fieles para que se peleen el día a día mientras el señorito salta de flor en flor en el idílico y nobilísimo ámbito de las relaciones internacionales y que pechen con lo desagradable los que se quedan. Lo que está pasando aquí aburre y desgasta, mina la paciencia, desquicia y encabrona a un sujeto que, como poco, ha dejado por pequeño el ámbito doméstico para convertirse en parte integrante de la casta de dirigentes del mundo. O eso es lo que él piensa…
Sánchez también ha decidido poner tierra de por medio entre su augusta persona
Le pasó a un ciudadano tan justamente admirable como el rey Carlos III al que la historia sigue conociendo como el mejor alcalde de Madrid cuando la realidad es que, a raíz del motín de Esquilache en marzo de 1766, le tomó miedo a los madrileños y decidió residir lo justo en la capital de sus reinos y pasar el resto del año en otras residencias más amables como La Granja, Aranjuez o Rascafría. El monarca no pasaba en el Palacio Real más de 60 días de los 365 que componen el año no fuera que le montaran otro pollo como aquella revolución popular que le obligó a cambiar el ministerio y que juró no volvería a repetirse.
Sánchez también ha decidido poner tierra de por medio entre su augusta persona y un ámbito tan antipático como éste, compuesto de jueces insensibles que quieren encalomar a su hermano, a su fiscal y a su señora -de la que está enamorado locamente como él mismo se ha encargado de anunciar por escrito- lo que propone un escenario muy complejo que Sánchez no tendrá inconvenientemente alguno en manejar desde la lejanía sacrificando lo que haga falta. Sus fieles, sus menos fieles, su hermanísimo y hasta su mujer si el caso llega a sus últimas consecuencias. El caso es morir con las botas puestas y cuanto más lejos, mejor.
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