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En cualquier sociedad madura tener a un sentenciado por delitos como acoso ostentando un cargo público sería un oprobio, pero no es el caso de Ourense. Una resolución judicial, la tercera, censura las prácticas laborales que rigen en algunos resortes del Concello y acotan el vasallaje que el alcalde cree que se le debe.
El último fallo atiende la reclamación de una funcionaria frente a las actitudes de Gonzalo Pérez Jácome, exigiendo una indemnización que suma 110.000 euros, que saldrán de los impuestos que apoquina el ciudadano. La Justicia no ha tenido que resolver diferencias profesionales del gobierno local con la jefa de la Policía Local, el interventor y ahora con la ex responsable del Negociado de Comercio, sino que estos funcionarios han pedido amparo por el trato que se les dispensaba, incluso en lo personal. El personaje en cuestión parece haber confundido su rol institucional con el de un irresistible líder, incluso un galán ante el que deben caer todos genuflexos. Un Robert Redford en Memorias de África, al lado de Merryl Streep ("Y cuando veo que no puedo seguir soportándolo, aguanto aún un momento más y entonces sé que puedo soportar cualquier cosa"). O un Clint Eastwood en Los Puentes de Madison —otra vez Merryl— escuchando que "no puedo necesitarte porque no puedo tenerte." De casa debe salir enfundado en el papel de Jamie Dornan en 50 sombras de Grey ("no soy un hombre de flores y corazones, no me interesan las historias de amor, deberías mantenerte alejada de mí"). Pero es mucho más pedestre que todo esto. Con tres sentencias condenatorias contra la institución que preside estamos ante un problema de educación que convierte todo en irrespirable. Esta ciudad y quienes la representan visten el plumaje del que todo le resbala y ha normalizado que este statu quo pueda seguir pese a las graves consecuencias de las tres sentencias.
Stella González es la trabajadora del Concello de Ourense que ganó el último caso, lo que le permite resarcirse de los excesos cometidos por el regidor y, de paso, hacerle las pedorretas al PP. En las elecciones del 2023 iba en la candidatura de este partido ambidiestro, ambivalente y ambiguo, incluso un poco hermafrodita, haciendo oposición y deseando gobernar en la ciudad al mismo tiempo. Lamentó que sus compañeros no le apoyasen en una lucha que, como las verdaderas, se hace siempre en solitario, en plan estoico. Los populares son la oposición en la oposición, con las contradicciones en casa y por resolver. Dice Stella González que su partido debería "reflexionar" sobre el apoyo que presta a Jácome. Estas decisiones judiciales también retratan a todos los grupos de la corporación, que consideran que estos casos son "feitos gravísimos", pero nada más. Como "feitos" serán "gravísimos", pero les debe gustar vivir en esa esclavitud. Lo de Groucho Marx: "El matrimonio es una gran institución, siempre y cuando te guste vivir en una institución".
Deben ser, efectivamente, "feitos gravísimos", lo suficiente como para no hacer nada salvo hacer que hacen. Menos mal que la garbosa Auria empieza a revivir gracias a intervenciones acertadas, alguna de las cuales son de actuación directa del Concello. El casco histórico acrecienta su deterioro, pese a que la Xunta pone en marcha el Plan Rexurbe del que el gobierno de Jácome dice pasar bastante. Cuando un proyecto empieza por "re" ya es que el enfermo tiene muy mala pinta: resucitación, rehabilitación, reanimación, qué les voy a decir. Varias tiendas dan sus últimos estertores o ya han cerrado, sin que haya trascendido preocupación o iniciativa municipal alguna por esta esquela. Crecen los contratos a dedo, seguro que para ser plurales en las adjudicaciones y ahuyentar tentaciones de "dar el palo a lo grande". La Policía Local reclama 8 millones de euros pese a que los funcionarios conocen los desvelos por mejorar su situación. La interlocución que se busca desde la Praza Maior con las otras administraciones es para que paguen más dinero para el Entroido, que todavía hay prioridades. El viejo camping de Untes es otro mausoleo a la incapacidad y la vieja cárcel de Progreso será Centro de Interpretación dos Pendellos, si llega a tiempo el dinero de los fondos Next Generation. Se disparan los casos de las familias que se declaran en quiebra, pero la política social municipal ha previsto solución a un problema que será coyuntural. Crece el número de sintecho que duermen en cajeros y portales, pero hay que relativizar el caso porque ninguno se acuesta en los portales de los concejales del grupo de gobierno.
Pues que Dios le pille confesado al menos, ahora que se prevé concentración de parroquias, que será más fácil que la parcelaria. Los seglares podrán oficiar misas, será otra de las novedades que introducirá la Iglesia para afrontar carencias. La evolución es imparable y no se descarta que la institución haga causa común con la Justicia. Los togados condenarán hechos punibles y los de las sotanas enviarán al infierno de cabeza. Porque el acoso también es pecado, ¿no?
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