Rafael Dávila Álvarez
Non plus ultra
Seguramente, queridos lectores, habrán oído eso de “Como Perico por su casa” (o Pedro). Esta frase describe a quien sin respeto a nadie ni a nada, se comporta como si fuera dueño absoluto de lugares o casas que no le pertenecen y que anda por ellas con el mayor desparpajo. Este dicho alude a la victoria de Pedro I en la batalla de Alcoraz en 1096, guerra declarada entre el Reino de Aragón y la Taifa de Saragusta, también llamada Taifa de Zaragoza. Esta cita aparece en Rinconete y Cortadillo, de Cervantes, y en la novela anónima La vida del Lazarillo de Tormes. Otra expresión antigua y muy popular, es la de “la casa de Tócame Roque”. Ambas, o una de las dos, puede que la hayan pronunciado más de una vez. El segundo dicho se refiere a la casa o lugar en el que vive mucha gente, por lo que se produce mucha jarana, muchas peleas y por lo tanto, mucho ruido. También esta tiene su historia y no es para menos. Si anteriormente nos situábamos en Alcoraz, ahora nos vamos al Madrid castizo y pinturero, como dice el chotis, en un salto con el que aterrizamos en el siglo XIX. Pues en ese Madrid chispero, en la calle del Barquillo, había una corrala en la que vivían sus días y sus noches una gran cantidad de familias, cada una de su padre y de su madre, como suele decirse, por lo que se puede figurar uno lo que era aquello. Un ambiente de escándalo en escándalo, dominado por las entradas y salidas de todo aquel que quisiera colaborar en ellos. Al parecer no solo el acervo cultural y popular chispero del pueblo acuñó el dicho, sino que alguno de los grandes lo llevo a la gran literatura, como Benito Pérez Galdós, que la presentaba así: “La casa […] era de esas que pueden llamarse mapa universal del género humano por ser un edificio compuesto de corredores, donde tenían su puerta numerada multitud de habitaciones pequeñas, para familias pobres. A eso llamaban casa de Tócame Roque, no sé por qué”. También Emilia Pardo Bazán la cita en La Tribuna, en la que la compara con el estado español tras la abdicación de Amadeo I: “No era cosa de provocar enojo del pueblo en el estado actual de España que parecía ya la casa de Tócame Roque”. Pues como el mundo de hoy. Todos los países en liza y en el que ninguno se entiende. Demasiada confusión, demasiados gritos, buenismos, y narcisismos. Y así no vamos a ningún sitio. No, no.
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