En memoria de los fallecidos
UN RECUERDO
Cada 1 de noviembre se celebra un día en el que orar por los fieles que han acabado su vida terrenal
El Día de los Fieles Difuntos es un día festivo religioso dentro de las iglesias católicas en memoria de los fallecidos. Se conmemora el 2 de noviembre y su objetivo es orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrenal, y en el caso católico por aquellos que se encuentran aún en estado de purificación en el purgatorio.
Las principales iglesias, ortodoxas occidentales, Unión de Utrecht, Comunión de Porvoo, así como anglicana y católica, acordaron tener el mismo calendario y días de celebraciones religiosas y santoral para facilitar la asistencia de sus feligreses a sus respectivas celebraciones.
El Día de los Difuntos es el día designado en la Iglesia de Occidente para la conmemoración de los difuntos fieles. La celebración se basa en la doctrina de que las almas de los fieles que al tiempo de morir no han sido limpiadas de pecados veniales o que no han hecho expiación por transgresiones del pasado no pueden alcanzar la Visión Beatífica, y que se les puede ayudar a alcanzarla por rezos y por el sacrificio de la misa.
Ciertas creencias populares relacionadas con el Día de los Difuntos son de origen pagano y de antigüedad inmemorial. Así sucede que los campesinos de muchos países católicos creen que en la noche de los Difuntos los muertos vuelven a las casas en las que antes habían vivido y participan de la comida de los vivientes.
Un recuerdo
Para la Iglesia católica se trata de una conmemoración, como un recuerdo que la iglesia hace en favor de todos los que han muerto en este mundo (los fieles difuntos) pero aún no pueden gozar de la presencia de Dios porque están purificando en el purgatorio los efectos que ocasionaron sus pecados.
Este día, los creyentes ofrecen sus oraciones (llamadas sufragios), sacrificios y la misa para que los fieles difuntos de la iglesia purgante terminen con esta etapa y lleguen a la presencia de Dios. Hay pues una gran diferencia en la fiesta del día primero y el ambiente de oración y sacrificio del día segundo.
Aunque la iglesia siempre ha orado por los difuntos fue a partir del 2 de noviembre del año 998 cuando se creó un día especial para ellos. Esto fue instituido por el monje benedictino San Odilón de Cluny. Su idea fue adoptada por Roma en el siglo XVI y de ahí se difundió al mundo entero.
En España, como en otras partes del mundo, veneran a sus difuntos; se continúa con la tradición de estas fechas de asistir al cementerio para rezar por las almas de aquellos que ya abandonaron este mundo. Está acompañada de un profundo sentimiento de devoción, en el que se tiene la convicción de que el ser querido que se marchó pasará a una mejor vida, sin ningún tipo de dolencia, como sucede con los seres terrenales.
También hay tradición en la repostería. Se hacen dulces típicos para la fecha, como los “huesos de santo”. Son unos postres elaborados de mazapán, de color blanco y forma alargada y cilíndrica, originalmente rellenos de dulce de yema que recuerdan a tibias.
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