Opinión

La economía también aleja a Biden y Trump

El presidente Biden, durante una intervención en Camp David.
photo_camera El presidente Biden, durante una intervención en Camp David.
Los administradores de fondos en los mercados financieros de Estados Unidos suelen protegerse ante posibles turbulencias políticas mediante la adquisición de VIX, un índice ligado al termómetro del miedo

En una hipotética confrontación electoral para elegir en 2024 al inquilino de la Casa Blanca, el presidente de EEUU, Joe Biden, demócrata, y el exmandatario Donald Trump, republicano, estarían empatados, según revelan distintas encuestas, entre ellas una de The New York Times. Si bien las elecciones primarias de los partidos Republicano y Demócrata están programadas entre febrero y julio del próximo año, ambos candidatos ya han emergido como favoritos dentro de sus respectivas agrupaciones.

Para los mercados internacionales, del mismo modo que para los gobiernos, es un asunto preocupante, relativizado por el hecho de que buena parte de la actividad económica de EEUU está fuera del control del presidente. Aun así, el populismo de Trump inquieta, ya que es de sobra conocido que su presidencia dio un giro a la tradición multilateral de EE UU y consolidó la desigualdad en la primera economía global.

Por su parte, la política de Biden no solo se enfoca en la economía, sino también en desafíos no convencionales que derivan a la sociedad y la seguridad, como observa el premio Nobel de economía Paul Krugman.

Más allá de las encuestas, lo cierto es que las elecciones presidenciales de EE UU son un proceso complejo y dinámico, en el que factores como la economía, la política internacional y los acontecimientos que van marcando la actualidad pueden tener un impacto significativo en el resultado final.

Paul Krugman insiste mucho en que el programa de Joe Biden –en principio el favorito para la reelección– no busca solo estimular el crecimiento general, sino más bien afrontar amenazas que no se reflejan en las métricas convencionales de la economía, como el cambio climático y los riesgos estratégicos planteados por China, que tampoco atraviesa su mejor momento en materia de crecimiento. Se trataría de facilitar inversiones privadas en áreas clave para EE UU, como la fabricación de vehículos eléctricos y la infraestructura de recarga.

Heather Boushey, del Consejo de Asesores Económicos, argumenta que la política industrial de Biden resuelve “el problema del huevo y la gallina”, donde las inversiones privadas se retrasan hasta que se asegura que otros también inviertan. La clave estaría, por tanto, en la ola de inversión privada impulsada por el llamado “gran impulso verde”.

Todas estas cosas probablemente le sonarán a chino a Trump, el hombre de las respuestas fáciles y demagógicas ante problemas difíciles y complejos. Lo suyo no son los gigantes tecnológicos de Silicon Valley –el cambio climático es un anatema para Trump–, sino más bien los dueños de fondos de riesgo, casinos, constructoras y petroleras, a quienes suelen agradar los recortes de impuestos, la desregulación y un poder judicial con fallos favorables a sus empresas.

Por si acaso, los gestores de fondos de los mercados financieros estadounidenses seguramente volverán a blindarse contra otro eventual caos político en 2024 mediante la compra de VIX, el llamado índice del miedo, concebido para indicar la volatilidad en los mercados y útil como termómetro del sentimiento de los inversores.

Antes de adoptar decisiones en materia de VIX –una especie de comodín financiero–, habrá que ver también la evolución de las imputaciones judiciales de Donald Trump, que podrían condicionar su carrera política, aunque también hay quien cree todo lo contrario. 

@J_L_Gomez

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