Motores de combustión

CAMPO DO DESAFÍO

Publicado: 23 dic 2025 - 03:40

Opinión en La Región
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Las alianzas en Europa son siempre variables y basculan en función de los mutuos intereses, la presión de los lobbis y, en menor medida, de los principios ideológicos. Del aceite a la leche o el vino; del acero a los automóviles o el gas, todo se compra y se vende, sobre todo se legisla o se deroga, en esas largas sesiones que se adentran en las madrugadas desoladas de los despachos bruselenses. De allí salen los presidentes de gobierno anunciando cuernos de la abundancia para los connacionales o bebiendo mucha agua para tragar el sapo que los técnicos han parido. El coche eléctrico era un gran sapo en la garganta de los industriosos alemanes y de los ahora derechizados italianos, como siempre, fiables anticipadores de las mareas políticas.

El coche eléctrico era el invento que debía sustituir en 2035 la producción de vehículos de combustión. Las sátiras y memes sobre la transición verde y las cero emisiones en los coches, han llenado de aprensión a los fabricantes, concesionarios y nuevos compradores. Mi vecino, que dispone de una llamativa flota de vehículos de última generación eléctrica, no para de felicitarse por las máquinas silenciosas de las que dispone y que le permiten parar cada pocos kilómetros, pasear el perro, pedir un menú, tomar el café y dormir una siesta mientras recarga, con toda calma, las baterías en las ingratas electrolineras del país.

En España, acostumbrados a que el Estado provea lo necesario y más allá, tendemos a pensar que Europa financiará nuestras plantas automovilísticas, que en realidad son alemanas, italianas o francesas y ahora chinas

Cuando los alemanes se ponen serios son también implacables. A ellos y ellas, hombres y mujeres pragmáticos, acostumbrados a que los números cuadren incluso a martillazos, un idealista como Pedro Sánchez les parece una cara extravagancia que conviene dosificar. En España, acostumbrados a que el Estado provea lo necesario y más allá, tendemos a pensar que Europa financiará nuestras plantas automovilísticas, que en realidad son alemanas, italianas o francesas y ahora chinas, porque el medio ambiente lo merece. Para eso se envió a Teresa Ribera a Bruselas. El canciller Merz, además de más alto que Sánchez, es católico y renano, condiciones ambas que informan de su sensibilidad social y entendimiento de la economía y del mundo de la empresa. El eje Berlín-Roma, y lo digo sin retintín histórico, ha funcionado a las mil maravillas. El tandem Merz-Meloni impulsa de nuevo el coche de combustión, haciendo que la industria respire aliviada, y contaminada, al poder aplazar costosas e inciertas inversiones en el vehículo eléctrico.

A mi vecino, su apuesta decidida por las nuevas tecnologías limpias puede salirle cara. En parecida circunstancia queda Sánchez, aunque la dinámica política, judicial y cualesquiera otras que lo zahieren desde todos los rincones, le tenga ya suficientemente ocupado y ofuscado. El rugido de los viejos motores de combustión simboliza los nuevos tiempos: el regreso al pasado.

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