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El Kremlin se lo toma con calma. Más de un mes después de que el presidente Trump impulsara el plan de paz para tratar de poner fin a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, los avances son escasos y, en palabras del gobierno ruso, "los progresos son lentos".
Después de un fin de semana de contactos en Miami entre la delegación estadounidense con los ucranianos y europeos por un lado, y con los rusos por otro, el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, ha asegurado que las conversaciones fueron "productivas y constructivas", pero desde el país soviético no parecen compartir esta apreciación.
"El éxito del diálogo ruso-estadounidense no está predeterminado. Debido a que la administración de Joe Biden dejó en ruinas las relaciones con Estados Unidos, normalizarlas requerirá una cantidad considerable de tiempo, un compromiso auténtico de las dos partes, una tremenda cantidad de esfuerzos", ha esgrimido su viceministro de Exteriores, Sergei Riabkov, quien ha hecho hincapié en que su país aún tiene que percibir que el gobierno norteamericano "se ha embarcado realmente en un camino sostenible que se aleja de la hostilidad extrema" hacia Rusia.
Por tanto, ha subrayado que "la clave para el progreso en este camino debe ser una auténtica disposición de Washington para una cooperación igualitaria" en la que se tengan en cuenta "los intereses fundamentales de Rusia". Así es que ha vuelto a apelar al "acuerdo de Anchorage", la reunión que Trump y Putin mantuvieron en Alaska durante el verano en la que el norteamericano llegó a ofrecer la posibilidad de convertir el Donbás en una zona bajo liderazgo ruso, algo también previsto en el primer borrador de acuerdo.
Sin embargo, las reticencias tanto de Ucrania como, especialmente, de la Unión Europea a modificar las fronteras continentales, han impedido que se consumase esa medida. "Hay intentos extremadamente dañinos y maliciosos por parte de un grupo influyente de países para torpedear los esfuerzos y hacer descarrilar el proceso diplomático", ha aludido así a Europa el dirigente ruso, antes de pedir a Washington "resistir" frente a las presiones del bloque comunitario.
En las reuniones de este fin de semana, Ucrania y Estados Unidos han abordado conjuntamente el plan de paz de 20 puntos con las aportaciones de Kiev, las garantías de seguridad y el desarrollo de un plan económico para el país europeo tras la guerra. "La paz debe ser no solo un cese de las hostilidades, sino también una base digna para un futuro estable", ha reflexionado Witkoff, muy interesado en concretar los plazos y la secuencia para seguir avanzando.
Con todo, por el momento las cesiones territoriales son uno de los principales obstáculos para alcanzar un acuerdo, toda vez que Moscú se opone a la solución ideada por el presidente Zelenski de dejar que la ciudadanía de las regiones ya conquistadas por Rusia decida sobre su soberanía bien a través de un referéndum o de unas elecciones. Otras cuestiones sobre la mesa son, además de las garantías de que la paz sea estable, el estatus de los rusoparlantes en Ucrania y el control de la central nuclear de Zaporiyia.
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